Lean este mail medio izquierdoso que me acaba de llegar, a ver que les parece.
Francisco Díaz Pinelo..
Esto es muy interesante...
¿Y los muertos apá?
“El miedo es la materia prima de las prósperas industrias
de la seguridad privada y del control social.”
Eduardo Galeano
Pocas cosas son tan efectivas para lograr un control social, como infundir terror e incertidumbre en la población. Desde hace más de medio siglo, en las grandes urbes industrializadas, en donde la cultura del consumo y la economía del libre mercado comenzaban a implantarse de forma violenta, empezaron a realizarse una serie de experimentos de control social, basados en los sistemas de tortura individual que consistían en alterar el estado mental de los individuos con una serie de técnicas violentas que mantenían al preso en constante estrés, incertidumbre, alteración y terror. Es eso lo que Naomi Klein llama, “la Doctrina del Shock”, pero curiosamente estas técnicas violentas se han llevado, ya no a niveles individuales, sino a niveles sociales.
/video de Cuarón al respecto http://www.youtube.com/watch?v=_nNJM0kKrDQ/
¿Qué consecuencias tiene este terror colectivo? El miedo nos lleva a presentar cuadros psicológicos que provocan regresiones mentales, provocadas por la sensación de la desprotección, del caos, del terror y la incertidumbre. Dichas regresiones nos hacen buscar a cualquier precio -como en nuestra infancia con los padres-, cualquier cosa que nos haga sentir más protegidos y menos inseguros. El comportamiento del terror nos hace desear la presencia de diversos elementos que nos den seguridad, pero que en un estado sin alteraciones psicológicas jamás desearíamos: un líder de masas, el ejército en las calles protegiéndonos, la pena de muerte, la legitimación de la violencia contra “el mal social” y, lo más terrible de todo, nos hace ceder nuestras garantías individuales (como la libertad) a cambio de un poco de seguridad.
Esto último me lleva a preguntar, respecto al caso del brote de Influenza Porcina en México, ¿en dónde están los muertos?, ¿los entierran?, ¿los creman?, y ¿los familiares de los muertos en dónde están?, ¿por qué los medios de difusión, siendo tan “curiosos”, no han dado seguimiento a la familia de un muerto?, de los casos detectados y que han podido ser curados y dados de alta en los hospitales, ¿por qué no los han entrevistado o hecho algún reportaje?, finalmente, ¿realmente hay muertos?, ¿existe verdaderamente la Influenza Porcina?, ¿conoces algún caso de un enfermo o muerto por este virus? Las respuestas podrían llegar a ser más terribles que las propias preguntas. ¿Nuestro miedo es producto de un experimento de control colectivo?
¿Quiénes son realmente los muertos y en dónde están? Los muertos somos nosotros, los muertos de miedo, los que hemos preferido ceder nuestra libertad encerrándonos en nuestras casas a cambio de un poco de seguridad. Todos son enemigos de nosotros y nosotros somos enemigos de todos, porque el caos nos ha llevado a una paranoia tal que vemos en cualquier otra persona un enemigo por ser un “foco de infección en potencia”, y viceversa. Nos han prohibido salir, tocarnos y reunirnos a cambio un poco de certidumbre, pero no protestamos ante ese atropello porque no nos damos cuenta de él.
Faltaría reflexionar acerca de las razones reales de quienes están detrás de todo este caos infundado y este shock que nos tiene aterrorizados. Si somos capaces de ceder nuestras garantías individuales y nuestros derechos fundamentales, en nombre de una aparente epidemia que nadie ha visto, que a nadie le consta y que solamente ha sido producto de los medios de difusión, entonces con más razón seremos capaces de ceder con el pretexto del combate al narcotráfico y al crimen organizado que sí vemos, sí nos consta y sí lo vivimos; pretexto, por cierto, que no hace más que cubrir y legitimar el control social y el uso de la violencia de un gobierno incompetente e inoperante que no sabe hacer política.
Finalmente, ¿es casual que los países en donde se ha dado el brote de la Influenza Porcina integren el G7?, ¿es casual que ante la crisis mundial, se reactive el mercado con los prestamos millonarios que se están ofreciendo del Banco Mundial a los países “afectados”?, ¿es casual que los laboratorios que están vendiendo las vacunas y medicamentos, a escala mundial, contra la Influenza Porcina pertenezcan a E.U.A., país que se encuentra en recesión y al cual urge una reactivación de su economía?, ¿es casual que la economía Norteamericana, que se sostiene de la venta de armamento bélico, de servicios en comunicación y de la industria farmacéutica, sea la que se está viendo beneficiada con esta aparente epidemia? Ante la alta de guerras teatralizan una epidemia.
Si algo hemos aprendido en los últimos años es que nada de lo que aquí sucede es producto de una coincidencia o una mala racha. No seamos fruto del terror colectivo.
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